Se ha investigado, retratado y dado a conocer
la vida y obra de Guido, de Leonor y de la hija de ambos Eleonora. Capítulo
aparte merece Claudia, hermana de Guido, quien amerita un reconocimiento
absoluto y con lo cual resueno.
Fueron muchos años de labor incansable de
Claudia manteniendo la casa familiar y lo que ahora es la Casa Museo, fueron
muchos años de preocupación por la salud de su sobrina Eleonora, también fueron muchos años de hacerse cargo de
las indicaciones que Guido enviaba desde Buenos Aires en tiempos de la
construcción de la Capilla – Templo, y también fueron muchos años que cuidó de
su hermano, con un esfuerzo aún mayor mientras quedó postrado dos años antes de
su fallecimiento el 13 de diciembre de 1960.
Y cuando su hermano partió al otro plano,
Claudia, en soledad, hizo frente a situaciones dolorosas como por ejemplo no
poder cumplir con la voluntad de este y tener que firmar la venta de trece hectáreas
que por testamento deberían haber formado parte integral en la donación de todo
el predio para que jóvenes continuaran con la labor e investigaciones de Guido.
Claudia pasó el último tiempo en este planeta
en un asilo donde no fue por su voluntad sino que fue recluida en ese lugar por
quienes en aquel entonces “manejaban” la sucesión de Guido Buffo.
Muchas personas que se acercan al lugar
atestiguan “sentir” su presencia, y también su enojo, su falta de
reconocimiento y quizás, también el abandono.
Por una parte está la historia que es, la que
nos contamos y la que nos cuentan, y en sus variadas versiones, que a su vez
con el paso del tiempo van variando los matices entre los brillos y las
sombras, quedaron escritos, cartas en realidad, de la fortaleza, no sólo física
sino espiritual de esta gran mujer, ya que ella se encargaba de viajar al
pueblo de Unquillo y enviar la correspondencia, de retirar los telegramas, de
realizar las compras en las proveedurías y luego retornar a Villa Leonor, de
cuidar a su sobrina cuando por razones de salud se quedaba en la casa, también
de encargar los materiales para la construcción de la Capilla, y controlar los
pedidos cuando estos llegaban, de realizar el seguimiento del trabajo de los
albañiles mientras Guido Buffo por razones laborales se encontraba viajando, y
también ahora puede visualizarse, el encargarse de la casa, lo que le brindaba
el tiempo necesario a su hermano para que se dedicara a los frescos, al
Campamento de Montaña, a los estudios de los péndulos, etc. Porque mantenía el
orden y la higiene de la casa, preparaba la comida y los quehaceres domésticos.
Cumplió innumerables roles a lo largo de su
vida, su esposo, marinero, falleció en la ciudad de Córdoba y Claudia no tuvo
descendencia, su labor fue de servicio, y podemos afirmar que también de amor
incondicional, porque supo interpretar el dolor de su hermano por la pérdida de
su esposa e hija y lo acompañó en lo que posiblemente podía verse como una
quimera para ese entonces, en la construcción de una Capilla – Templo – Cripta de
la magnitud que hoy la conocemos.
Su arquetipo fue el de la guerrera, porque
representó la valentía, la fuerza y la determinación, en su lucha de justicia y
de superación de obstáculos y desafíos, la vida la puso a prueba, y, siempre
fue hacia adelante, quizás, interiormente declaraba su vulnerabilidad, pero no
hacia afuera. Acompañó en sus últimos momentos a Leonor Buffo junto a las
hermanas de esta, cuando Guido se hallaba en Buenos Aires y no llegó a tiempo; a
la distancia despidió con dolor a su sobrina que falleció en Castelar y fue
testigo presencial de los saqueos, porque en las dos oportunidades había
acompañado a su hermano a Córdoba, en el primer viaje cuando llevaron a la
familia cuya hija hacía las veces de modelo para los frescos de la Capilla, y
en la segunda cuando regresaban de acudir a un control médico de Guido, en
ambas oportunidades estuvo al lado de él cuando se descompuso por las subidas
de tensión y posterior ACV que le produjeron observar el daño causado en sus
obras y de su hija, no sólo en las pictóricas y de escultura, sino también en
las investigaciones con el péndulo de Foucault y en los escritos, quizás fue en
ese momento que se perdió para siempre el manuscrito de “El libro de los Cielos y del Sereno Amor”…
Claudia Buffo, de acuerdo a la entrevista realizada al Dr. Pedro Tosello, te fuiste sin la compañía de tus
seres queridos, acompañada tal vez por los cuidadores del asilo en el que te
hallabas; mientras que según Guillermo García Marsal pasaste tus últimos días en la casa de quien fuera el albacea de Guido Buffo, independientemente de estas historias, lo que es real es que lo hiciste lejos del que considerabas también tú lugar, pero continúas siendo
la guardiana y guerrera de Villa Leonor de Los Quebrachitos.
Gratitud y reconocimiento.
Nota: Se utiliza "alma mater" en el título, para metafóricamente expresar el significado de "madre nutricia", "madre que alimenta", la que está presente en el lugar de estudios, ya que la idea de Guido Buffo era que el lugar - Villa Leonor de Los Quebrachitos en sus cincuenta hectáreas - se convirtiera en una Universidad.