Guido Buffo cruzó la calle a paso
ligero, se estaba aproximando el mediodía y el calor comenzaba a hacerse notar
en el sudor que caía por su frente. Como de costumbre miró hacia atrás, le
resultaba extraña la sensación, pero a partir de algunas situaciones muy
incómodas vividas en su propiedad, que lo preocupaban no sólo por su seguridad
sino por la de su hermana, se sentía observado desde hacía varias semanas.
Pensó que quizás buscarían algo en particular o sólo producirle una rabieta
que, como bien sabía, le afectaba la salud. Debía cuidar su presión arterial,
se dijo para sí mismo, y continuó. Cruzó, sin mirar, por el frente de la
Escuela Normal, lugar donde había trabajado en sus años de Inspector, y llegó
por fin a las puertas de la Iglesia. En su interior entregaría el manuscrito
borrador para que la imprenta de los Padres Salesianos convirtiera en libros
sus revolucionarios descubrimientos. Luego se dirigiría, esta vez en su
automóvil Ford, hasta el Observatorio.
Allí se reuniría con su amigo
Ramón Enrique Gaviola, a quien quería comentarle y ponerlo al tanto de sus
investigaciones en el Observatorio de Villa Leonor y agradecerle el préstamo
del telescopio que tan buen uso le estaba dando.
Dialogaron ampliamente sobre
varios temas, fundamentalmente sobre los avances en la Estación Tripendular y
la correspondencia que Guido mantenía con otros países y con José Álvarez López.
Enrique levantó la vista en un
momento dado, sus ojos interrogantes brillaban con la sabiduría de un grande y
en su interior conocía el resultado de aquella quimera. Los menesteres y
problemas del Observatorio no eran menores, esto sumado a que de un momento a
otro le llegaba un nuevo nombramiento y debía partir hacia nuevos horizontes le
impedían impregnarse aún más de los estudios de Buffo y menos aún intentar
continuarlos.
Guido Buffo instaló un telescopio
prestado por el Observatorio Astronómico de Córdoba a través de su amigo
Enrique Gaviola, por el cual realizaba el seguimiento de los movimientos de las
estrellas además de tomar fotografías en un piletón a orillas del arroyo, todo
esto para determinar la ubicación de las estrellas de acuerdo a cómo se
encontraban la noche del 6 de setiembre de 1941, a las 5:15 horas
aproximadamente cuando su hija Eleonora fallecía; para posteriormente hacer lo
que finalmente plasmó en el piso de la Capilla de Villa Leonor.
Fueron muchas noches, meses y
años de intensa labor, fotografiando y dibujando los movimientos estelares…
Muchos años más tarde en el año
2018 se realiza como homenaje el “I Encuentro de Astronomía” en Villa Leonor,
el 9 de noviembre con una gran afluencia de público para observar las estrellas
desde ese sitio y escuchar atentamente la disertación del Director del IATE
Diego García Lambas, esto sumado a proyecciones de cortos animados en una
pantalla gigante en el Teatrino Griego y un show lumínico de fractales sobre la
cúpula de la Capilla redondearon una bella noche.
En marzo de 2019, más
precisamente el día viernes 15, sábado 16 y domingo 17 se llevará a cabo el “II
Encuentro de Astronomía” con la presencia de destacados astrónomos de Córdoba
que con esfuerzo, constancia y sacrificio llevan adelante tan noble tarea, esto
sumado a un sin número de actividades previstas en una sorprendente grilla
organizada para toda la familia homenajeando y reconociendo esos momentos en que
Guido Buffo a través de un telescopio observaba la bóveda de nuestro universo.
Están todos invitados a participar de “Un
Faro al Universo desde Buffo”…
No hay comentarios.:
Publicar un comentario